miércoles, 27 de enero de 2010

Condenado a mente

Se cuenta que el siguiente experimento le fue propuesto a un condenado a muerte a cambio de que, si sobrevivía, no sería ejecutado:

Lo situaron en una cama alta de hospital, y lo ataron para que no se moviese. Le hicieron un pequeño corte en el pulso. Debajo del mismo pusieron un recipiente de aluminio, y le dijeron que allí oiría gotear su sangre. El corte fue lo bastante superficial como para que no tocase ninguna arteria ni vena, pero sí suficiente para que él lo sintiera.

Sin que él lo supiera, debajo de la cama colocaron un tarro de suero con una válvula y un gotero, para que él creyera que era su sangre lo que goteaba, haciendo el ruido característico. La válvula iba siendo cerrada progresivamente, para que cada vez el goteo fuera más pausado. Al tiempo que esto ocurría, el individuo reaccionaba palideciendo. Finalmente la válvula fue cerrada por completo, y el sujeto experimentó un paro cardiaco. Falleció. Sin haber perdido realmente ni una gota de su sangre.

Todos estamos condenados a mente. Y tal vez todos podemos dejar de estarlo.

(Del libro 'TRANSFORMACIÓN. De la mente a la Consciencia', de próxima aparición).